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El modelo actual de liderazgo está en crisis. Este cambio de paradigma representa sin lugar a dudas un desafío para las empresas y el estilo de liderazgo que se ha venido ejerciendo durante las últimas décadas, sobre todo porque nos fuerza a dejar de liderar con la cabeza para pasar a liderar con el corazón.
El ejercicio del "liderazgo en abundancia" -en
donde ambas partes siempre ganan- genera resultados extraordinarios, no sólo en
el otro sino también en el negocio. El sentir como una amenaza que un
colaborador sea mejor que uno o el pensamiento individualista, condicionan no
sólo al éxito del líder sino también al del grupo de trabajo. Apreciar
genuina y abiertamente a las personas como individuos, promueve la sensación de
bienestar y libertad, inspirando a los colaboradores a que se desempeñen en su
más alto nivel de posibilidades. Más aún, cuando los colaboradores
reciben por parte del líder un espacio de valoración y de crecimiento,
responden recíprocamente con un mayor nivel de compromiso en el vínculo uno a
uno y con la organización.
Fomentando así una cultura de trabajo en equipo y
superación constante. El sentido de bienestar de las personas que
forman parte de las organizaciones está conformado por dos componentes: la
satisfacción laboral y el compromiso laboral. El primero, es un proceso
cognitivo de interpretación de cómo el individuo se apega a su trabajo. Es la
justificación personal del por qué la persona está donde está. Tener la
percepción de que uno está bien remunerado, la cercanía del trabajo, un
ambiente laboral agradable o un equipo de colegas con valores afines, son
algunos ejemplos de satisfacción laboral. El compromiso laboral se sustenta en
el proceso cognitivo y agrega el factor emocional de cómo es la experiencia de
su trabajo.
Para que la emocionalidad del individuo impacte positivamente en su
propia performance y en la del negocio, el
líder tendrá que promover la búsqueda del significado y el propósito del
trabajo. Para la gran mayoría de las personas el trabajo es el vehículo que
conduce al cumplimiento de los deseos personales y su autorrealización. Encontrar
respuesta a la pregunta básica de “para qué” hago lo que hago y el impacto de
mis acciones son determinantes para la gestión del líder. Nada de lo
que uno pueda comprar provee un sentido real y sostenido de satisfacción. Las personas quieren sentir que importan y sobre todo que
lo que hacen tiene un impacto en el otro, la sociedad o el negocio mismo. El
modelo de liderazgo basado en el otro y el sentido de autorrealización
conllevarán a un mayor nivel de desempeño profesional dado que los sentimientos
tienen una correlación directa con el comportamiento de las personas.
Tener genuina consideración por el otro tendrá un impacto tremendamente
positivo en la motivación y el compromiso. Los líderes se enfrentan a un
desafío, dado que no han sido formados para liderar desde esta nueva
perspectiva que requiere del corazón y no de la cabeza. El nuevo
paradigma del liderazgo se basa en el amor genuino que una persona tiene por
otra persona. No visto como el amor que tiene un padre por su hijo,
sino por el amor que se requiere para cuidar a las personas, guiarlas, dar
soporte en todo momento, desarrollarlas para que den su máximo potencial y
hacer sentir al otro genuinamente valorado. Si bien parecen cuestiones simples,
es la ausencia de estas acciones (o amor) lo que generan muchos de los
problemas organizacionales actuales.
Trabajar sobre estos aspectos de forma consistente y genuinamente no es
tarea fácil. El proceso para conectar a un nivel personal con otra persona
requiere tiempo. Tiempo que muchas veces dedicamos a otras tareas que
consideramos más importantes. Sin embargo, existen algunos pasos que podemos
seguir para generar un acercamiento más humano con nuestros colaboradores: El
liderazgo tradicional está en crisis. Ha dejado de ser una cuestión de la
cabeza para pasar a ser una cuestión del corazón. Servir al otro para que logre
sus deseos y ambiciones generará resultados muy positivos en la calidad de vida
de nuestros colaboradores, nuestras vidas y nuestros negocios.
Por Federico Barcos von der Heide, Director de Nuevos Negocios de VON
DER HEIDE.
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