sábado, 30 de enero de 2016

10 ladrones de Energía que Te Roban la Paz

10 ladrones de energía que te roban la paz del alma

Identificar estos focos de conflicto es el primer paso para poder superar estos obstáculos.
Diez ladrones de energía que te roban la paz del alma
La tranquilidad de ánimo y la serenidad son dos de los ingredientes de bienestar más importantes. Sin embargo, en nuestro día a día también convivimos con ladrones de energía que pueden robarnos la paz de ánimo. Identificar estos focos de conflicto es el primer paso para poder superar estos obstáculos. 
1. El pensamiento negativo recurrente que se alimenta del miedo a aquello que puede pasar y que nos hace cerrar puertas buscando la seguridad del presente a costa de ese potencial que puede conducir a nuevos horizontes.
2. La prisa es uno de los ladrones de energía más frecuentes ya que nos lleva a vivir en la rueda de la rapidez. Sin embargo, el precio que pagamos por este ritmo de vida es el estrés, la frustración y la insatisfacción constante.
3. La inseguridad que conduce a una duda casi eterna que nos hace sentir anclados en decisiones teóricas que no llevamos a la práctica.
4. El síndrome de la ocupación constante conduce a que muchas personas sientan angustia ante los tiempos en blanco.
5. La pereza recurrente es un ladrón de energía que produce sufrimiento por todo aquello que se pospone para el futuro.
6. El perfeccionismo que te hace creer que nada está la suficientemente bien o que un proyecto no está listo para presentarse.
7. La búsqueda de la aprobación constante como una necesidad de la propia autoestima personal.
8. La incapacidad para decir no cuando es no, es una falta de libertad que produce un enredo de sufrimiento.
9. El aburrimiento puntual puede ser un estímulo para potenciar la creatividad, sin embargo, cuando te aburres de un modo frecuente, reflexiona al respecto para hacer cambios en tu presente.
10. La adicción al teléfono móvil también es una ladrón de energía ya que te lleva a la esclavitud de querer estar siempre conectado y disponible.
http://www.guioteca.com/coaching/10-ladrones-de-energia-que-te-roban-la-paz-del-alma/

martes, 19 de enero de 2016

Sal de tú zona de Confort



Pasos de salida de tu zona

Te propongo algunas actividades para que des tus primeros pasos hacia el agrandamiento y embellecimiento de tu zona de confort. Tú puedes vencer estos retos. A continuación te doy varias ideas:


Amplía tu zona

Los beneficios son innumerables. Primeramente te potencializa como persona. Aprendes a aprender cosas nuevas y divertidas. Empiezas a darte cuenta que es relativamente fácil hacer actividades diferentes. Poco a poco vences el miedo y los retos. Tu zona se va ampliando y enriqueciendo con experiencias nuevas. Adquieres motivación y energía para emprender aventuras nuevas. Logras amistades y relaciones. Cada vez te mueves en un círculo más grande y ganas poder. Te sientes cómodo y las personas te aceptan y te hacen sentir bien. Tu territorio interno es más colorido y agradable. Tú agregas a diario un detalle que te fortalece.
Recuerda, la magia sólo ocurre fuera de la zona de confort, ¡lleva tu vida a ella!

10 claves prácticas para cuidar tus relaciones personales

10 claves prácticas para cuidar tus relaciones personales

La importancia de dedicar tiempo a tus relaciones personales, con estas  10 claves para que disfrutes el tiempo juntos a tus familiares y amigos especiales. 

1. Expresa más gratitud

Si tuviera que elegir un único consejo de todo este artículo para mejorar la calidad de tus relaciones, seria este.
Se ha demostrado en estudios sociales que el mero hecho de expresar gratitud a los demás por algo que han hecho, por muy pequeño que sea, tiene un maravilloso efecto fortalecedor sobre vuestra relación a corto y medio plazo.
Agradece cosas como la comida que te han preparado, que te hayan ido a recoger a la estación o que simplemente hayan pensado en ti. La calidad de tus relaciones también lo agradecerá.

2. Nunca te vayas a dormir enfadado

Todos nos podemos enfadar y discutir. Pero si hay una cosa importante cuando esto ocurre, es intentar tener alguna palabra amable con los demás antes de terminar el día.
En primer lugar, y como mucha gente mayor te recordará, porque nunca sabes qué puede pasar por la noche. En segundo lugar, porque oficializas que el enfado acaba con el día. Y finalmente, porque el último recuerdo es el que suele prevalecer.
Y seremos más felices si es agradable.

3. Recuerda momentos donde reístes mucho

Para fortalecer tus relaciones no hace falta que os vayáis juntos de vacaciones a la India. Simplemente con recordar aquella situación en que tú y tus amigos o familiares no podíais parar de reír será suficiente.
Se ha demostrado que rememorar momentos donde todos rieron  a carcajada suelta es incluso más beneficioso que acordarse de otros grandes eventos como viajes o ascensos laborales.

4. Por favor, deja de intentar cambiar a los demás

Según el especialista en relaciones John Gottman, el 69% de tus problemas en una relación no pueden resolverse.
Nos pasamos años luchando para cambiar la mentalidad de nuestra pareja, padres o amigos, pero simplemente no es posible. El motivo es que la mayoría de nuestros desacuerdos se basan en diferencias fundamentales en nuestros valores o personalidad.
Sé consciente de que en cualquier relación, por muy idílica que quieras que sea, habrá problemas irresolubles con los que tendrás que aprender a convivir. O lo asumes, o vivirás infeliz todo el tiempo que dure.

5. Es más importante ser justo que tener la razón

Es inevitable que haya desacuerdos entre cualquier tipo de relación, ya sea de amistad, familiar o profesional. ¿Pero qué puedes hacer en estos casos?
Si tu prioridad en las discusiones es tener la razón quizás estés alimentando tu ego, pero desde luego estarás desnutriendo la relación.
El motivo es que habitualmente este tipo de conflictos son cuestión de perspectiva y no de hechos (me refiero a política, deporte, etc) por lo que es imposible tener “la razón”.
En esos casos es mucho más importante ser justo y escuchar a todo el mundo para ver las cosas desde su perspectiva. Se ha comprobado que percibir que estás siendo justo es 8 veces más eficaz para mantener la calidad de la relación que si simplemente aceptan que estás en lo cierto.

6. Di las cosas buenas de tu día

Está más que demostrado que llevarte los problemas a casa o a tus reuniones con amigos no ayuda.
Más bien todo lo contrario. Existe evidencia científica de que crear el hábito de explicar lo mejor que te ha ocurrido durante el día a las personas que ves habitualmente (pareja, padres, hijos) sirve para fortalecer el afecto en tu relación y reforzar vuestros lazos emocionales.

7. Crea tus propios hábitos y rituales

Por muy molestos que te puedan resultar, crear rituales familiares (acudir todos a casa de los padres para Navidad, tener rutinas de baño con los hijos, etc) o con las amistades (cenar juntos cada dos semanas, por ejemplo) sirve para crear conexiones más profundas entre vosotros.
Estudios  demuestran que formar hábitos de este tipo incrementa en más de un 17% el sentimiento de unión familiar o personal que cuando no existe ningún patrón habitual.

8. Aunque te cueste, intenta ser optimista

En los momentos más difíciles o tristes, como en la enfermedad o el paro laboral, es complicado que no nos inunde el desánimo.
Sin embargo se ha comprobado en entornos familiares que si alguien colabora con una visión optimista sobre el futuro es capaz de reducir el estrés y ansiedad del resto de miembros en un 60%. Aunque por dentro esté pensando otra cosa.
Esto no significa que debas poner una sonrisa a cualquier precio. Puedes sentir la tristeza y el dolor junto los demás, pero contribuye mostrando la posibilidad de un futuro mejor.

9. Las mascotas ayudan a tener esperanza

Si en el punto anterior he comentado la importancia de mostrarte optimista, aquí va un pequeño truco para ponértelo un poco más fácil: adopta un perro (¡o gato!).
Estudios  demuestran que aquellas personas que están pasando por un mal momento familiar se sienten un 22% más esperanzadas con su situación si hay un animal de compañía en su vida.
Así que ya sabes: compartir tu vida con una mascota puede terminar salvando tus relaciones personales :-)

10. Muestra tu afecto a los que más quieres

Otra de las indispensables de esta lista. ¡Qué fácil es decirlo y cuán a menudo se nos olvida!
Se ha comprobado científicamente que decir a tus allegados que los quieres causa una profunda felicidad en los demás. Y además contribuye de forma maravillosa a la relación, consiguiendo que la gente se sienta un 47% más unida a las personas que les expresan su afecto de forma habitual.
Si tuviera que hacer una lista de lo que menos cuesta y más felicidad puede crear mientras vivimos, probablemente esta sería la número uno.

Póntelo fácil

Ahora ya conoces varias claves para priorizar y fortalecer tus relaciones, pero hay un último aspecto que puede marcar la diferencia: vivir en el mismo lugar que la gente que te importa.
Si tienes la suerte de poder hacerlo, esta es la forma más sencilla de mantener el contacto.
Probablemente termines viendo 10 veces más a tus padres y amigos si vives en la misma ciudad que ellos. Por eso mucha de la gente que de joven sueña con viajar deja de hacerlo cuando le empiezan a dar importancia a otras cosas. La sabiduría de la experiencia 😉

Una última reflexión

Según el momento de tu vida en que estés te quedará más o menos tiempo, pero en cualquier caso seguro que no es demasiado. Así que aprovéchalo. Soluciona viejas disputas, pide perdón y di te quiero. Nada te hará más feliz.
¿Mi último consejo? Piensa en las 15 personas más importantes de tu vida y comprueba si en los últimos seis meses les has dicho lo que significaban para ti.
Tomado de:http://habilidadsocial.com/disfrutar-relaciones-personales/

sábado, 16 de enero de 2016

Tipos de Habilidades Sociales


 Los tipos de habilidades sociales

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Lazarus (1973) fue uno de los primeros en establecer, desde una posición de práctica clínica, las principales 
clases de respuesta o dimensiones conductuales que abarcaban las habilidades sociales.
 Este autor indicó cuatro capacidades: decir “no”, pedir favores y hacer peticiones, 
expresar sentimientos positivos y negativos e iniciar, mantener y terminar conversaciones. Las clases de respuesta que se han propuesto posteriormente, y ya desde un punto de vista empírico, han girado alrededor de estos cua­tro tipos de respuesta. Las dimensiones conductuales más aceptadas en la actualidad (Pérez-Santamarina, 1999) (Torbay et al., 2001) (Portillo, 2001) son las siguientes:
  • Escuchar.
  • Saludar, presentarse y despedirse.
  • Iniciar, mantener y finalizar una conversación.
  • Hacer y rechazar peticiones.
  • Disculparse o admitir la ignorancia.
  • Defender los derechos.
  • Negociar.
  • Expresar y defender las opiniones, incluido el desacuerdo.
  • Afrontar las críticas.
  • Hacer y recibir cumplidos.
  • Formular y rechazar peticiones (oposición asertiva).
  • Expresar amor, agrado y afecto.
  • Expresar justificadamente molestia, desagrado o enfado.
  • Pedir el cambio de conducta del otro.
  • Cooperar y compartir.
  • Expresar y recibir emociones.
  • Dirigir a otros.
  • Solucionar conflictos.
  • Dar y recibir retroalimentación.
  • Realizar una entrevista.
  • Solicitar un trabajo.
  • Hablar en público
Las habilidades sociales anteriormente citadas comprenden un extenso conjunto 
de elementos verbales y no verbales que se combinan en complejos repertorios 
conductuales. Además, de los componentes verbales y no verbales, las habilidades
sociales dependen de procesos cognitivos (pensamientos, autocríticas, sentimientos, 
etc.) para su correcta ejecución. Pero la habilidad social no es meramente una suma de
 componentes verbales y no verbales unidos a procesos cognitivos, sino que supone un 
proceso interactivo de combinación de estas características individuales en contextos
 ambientales cambiantes. Asimismo, la destreza para desempeñar una habilidad 
social puede no tener ninguna correspondencia con la desenvoltura de 
otras (ej: conversar y rechazar peticiones), incluso considerando el mismo tipo de 
habilidad la conducta concreta del sujeto puede variar según factores personales 
(estado de ánimo, cogniciones, cambios fisiológicos) y ambientales (las personas con quienes esté relacionándose, el tipo de relación, la situación en la que se encuentre, etc.) (Fernández, 1999).
Un ejemplo de la importancia de los aspectos cognitivos en la interacción social lo 
constituye el sentimiento de soledad. La soledad se ha definido de varias formas. 
Altman, 1975, la define como un estado desagradable que experimenta la persona al no
conseguir la relación social que desea o al perder una relación estable que ya poseía. 
Cutrona, 1982, vincula este sentimiento más a la falta de satisfacción en las relaciones
interpersonales mantenidas por el individuo que a la frecuencia o cantidad de los 
contactos sociales. Isidro et al. (Isidro, Vega, & Garrido, 1999) definen la soledad como 
un sentimiento desagradable vinculado a un desequilibrio en la percepción de las 
relaciones establecidas con los demás, qué está determinado por la falta de confianza 
del individuo en su capacidad para afrontar situaciones que potencialmente puedan llegar 
a generarle soledad. Por otra parte, Shaver y Buhrmester, 1983, y Shaver, 1986, 
proponen una teoría de la soledad basada en la insuficiencia de las provisiones que el 
individuo espera le suministre el grupo al cual se ha unido.
A partir de estas definiciones de soledad se puede concluir diciendo que el sentimiento de soledad 
es una percepción individual que puede estar motivado por una falta de habilidades 
sociales que provoca la disminución de las interacciones sociales o hace que estas 
sean menos gratificantes de lo deseado por el individuo. Pero también este sentimiento 
de soledad puede ser independiente de las habilidades sociales que posee el 
individuo y sustentarse más en las creencias o expectativas que tiene la persona. 
En este último caso, más que dotar al individuo de ciertas habilidades sociales sería 
más correcto trabajar sobre las expectativas y pensamientos de la persona con el fin 
de lograr que estos fueran más realistas y adaptativos.
Tomado de:
 http://ocw.unican.es/ciencias-de-la-salud/ciencias-psicosociales-i/materiales/bloque-tematico-ii/tema-7.-las-habilidades-sociales-1/7.5-los-tipos-de-habilidades-sociales

sábado, 2 de enero de 2016

ZONA DE CONFORT


Salte de tu zona de confort


Tu zona de confort comprende ese territorio interno tuyo que conoces bien y que te ha acompañado hasta ahora en tu vida. Es un lugar que puede ser grande o chico, modesto o lujoso, alegre o triste, no importa: es tu zona. En esta zona te sientes seguro y aunque a veces incómodo, es tu zona de “confort”, y su confort consiste en que la conoces, la dominas y la tienes bajo cierto control. Eso te da un apoyo para seguir la permanencia en ella. No hay novedades, ni retos. En tu territorio te sientes cobijado y se convierte en un lugar de protección, aunque a veces no sea agradable.

Riesgos

Tu zona de confort es un territorio necesario y bueno para ti. Sólo que se debe de tomar como un punto base o punto de partida. Es tu punto de referencia para tu vida y actividades. Hay una relación cercana con tus emociones y tus patrones mentales cotidianos.
Si permaneces mucho tiempo en esta zona, existen varios peligros que te pueden llevar a la parálisis. En tu círculo personal de confort, ya no hay creatividad, ni aprendizaje. Ya te lo sabes todo allí dentro. Dejas de innovar y tiendes a caer en la rutina que puede llevar a la flojera, al no hacer nada. Cambias la emoción y la proactividad, el buscar nuevas soluciones por la seguridad de la rutina, que en muchos casos ni siquiera es agradable o satisfactoria. Repites las mismas actividades, los mismos caminos, los mismos chistes y los mismos pensamientos, una y otra vez, sin cambio. Estás en la seguridad de una cárcel y conforme pasa el tiempo se vuelve más difícil salir.

Sal de la zona

Salir de la zona de confort en primer lugar significa que entras en la zona de riesgo. Sales a lo desconocido y esto te genera angustia y miedo. Te puede dar miedo buscar un nuevo y mejor trabajo, comprometerte para casarte, intimar con alguien, conocer a nuevas personas, hacer llamadas, ir de vacaciones a un lugar diferente. Sí, es incómodo salir de la zona. Es un reto nuevo, desconocido, que en un principio puede no gustarte nada. Tu cerebro primitivo te dice: “Huye”, “no lo hagas”, “la verdad no puedes con esto”, “esto no es para ti”, “regresa a la seguridad e tu zona de confort”, etc.
Si logras vencer este riesgo y el nuevo reto, los beneficios serán increíbles. Pero, aún si fracasas la primera vez, eso no quiere decir que valía la pena quedarse en la zona de confort, quiere decir que tienes muy poca práctica y requieres más intentos. El lanzarte a la aventura hará que tu valentía conecte con tu cerebro prefrontal que te provee de motivación para explorar qué hay afuera, la atención hacia tu entorno se agudiza, empiezas a aprender nuevas cosas, y aumentan las conexiones neuronales en tu cerebro. Las posibilidades son ilimitadas. Descubrirás que puedes construir y generar nuevas ideas con mucha facilidad, te vuelves más creativo. Unes unas ideas con otras y al final del día puedes regresar a tu zona de confort enriquecido.

El Esfuerzo Personal es maravilloso!!





Las circunstancias de la vida, por muy negativas y desfavorables que nos sean, no determinan quienes somos. Siempre podremos controlar nuestro propio ser, evitar dejarnos llevar por la amargura o volvernos insensibles a los demás. Da igual lo injusta que nos sea la vida: no tenemos por qué responder de igual forma, en nuestras manos está ser personas positivas y buenas a pesar de todo lo malo vivido.
© Autor: Shoshan.